miércoles, 1 de febrero de 2012

Porque la vida es sueño, y el despertar es lo que nos mata.

Esta vez no escribo para mí, lo cual me sorprende bastante. Es curioso cómo te pueden llegar a afectar hechos o situaciones tan ajenos a veces. Pero sí, en este caso me he topado con un artículo en el que se habla de algo que soy consciente de que nunca podré sentir hasta que no me ocurra algo similar, pero que se escribió con la mayor pureza y razón posible. Esta persona no buscaba lectores como yo, sólo buscaba escribir, escribirle. Pero de rebote ha llegado a mí también.

Así que voy a hablar de perder y ganar, de seguir caminando a oscuras a pesar no ver nada. De confiar y de recordar a alguien perdido. De luchar por ti de la mejor manera: disfrutando de tu pasión: la nieve, la montaña, el snowboard.


Un bloque de hielo a dos metros de tus pies.
Te llama,
te invita a que vayas hacia él ,
a que lo imagines,
a que jueges con él.

Aceptas, sin un querer forzado ya estás escribiendo sin ver.
Ahora visualizas.
En frente un blanco puro, una luz radiante, unos ojos cerrados.
Lo ves, y sonríes.

Te reta, buscas el momento y al fin no resistes.
Con los ojos cerrados sigues,
y tu cuerpo se empieza a mover.

Teclas pulsándose ahora.
Textura, agilidad, presión, suavidad.
Todo se acentúa, te notas grande, tus pasos ahora de gigante,
todo se vuelve uno, se une y suma a tu oscuridad.

Y ahora sólo actúas, no piensas,
sin saberlo el bloque de hielo ya quedó tiempo atrás.
Otros obstáculos surgen, aparecen bajo tus pies, amenazan.
Ya no te invitan a que juegues, sino que te obligan a entrar.
Quieren que despiertes, que abras los ojos.


Pero no lo consiguen, te notas segura.
Tus puños no escribirán palabras perdidas
porque tienes la nieve contigo,
porque siempre te dará su reflejo;
porque tienes la confianza y seguridad de que le vas a ver y sonreir,
aunque decidas no abrir los ojos otra vez.

Todo se acentúa cuando decides tirarte sin guías,
todo se disfruta, mucho más, cuando buscas no decidir,
no pensar, sólo confiar
en tu recuerdo.

Porque la vida es sueño, y el despertar es lo que nos mata.



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